lunes, 19 de agosto de 2019

EXISTENCIALISMO: SOMOS, ANTE TODO, NUESTRO PROYECTO


FILOSOFIA EXISTENCIALISTA  - EL HOMBRE ES SU PROYECTO



El hombre es el único que no solo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y
como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la
existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace.



Este es el primer principio del existencialismo. El hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia ese porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, según el “yo” único e irrepetible.
El hombre será ante todo lo que habrá proyectado ser. El hombre es responsable de lo que
es. Todo está en nuestra decisión.

Entonces, todo hombre se elige a sí mismo, y cada cosa que concreta es parte de su
proyecto subjetivo; por lo tanto, su esencia se conforma de acuerdo con sus propias
decisiones.



El quietismo es la actitud de la gente que dice que los demás pueden hacer lo que “yo no
puedo”. El existencialismo declara justamente lo opuesto a esto: solo hay realidad en la
acción, el hombre es su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza, es el
conjunto de sus actos, es su vida, y esto es lo que horroriza, pues muchos se esconden o
justifican en circunstancias improbables y externas. No hay otro amor que el que se
construye, ni genio fuera de la obra de arte, fuera de esto no hay nada.



Si se utilizan las figuras de los débiles, flojos, malos, y se declarara que somos así por
herencia, se caería en un conformismo, un determinismo orgánico o psicológico, “somos
así y nadie puede hacer nada”. El existencialista lo que quiere decir es que el cobarde es
responsable de su cobardía. No por su corazón, su cerebro, etc. Lo es porque se ha construido como hombre cobarde por sus actos. El cobarde se define por el acto que realiza,
es decir, renunciar, ceder.



Lo que a la gente la escandaliza, es que el hombre es responsable, y por ser responsable,
también es culpable. El existencialismo es un optimismo, es una llamada a hacerse cargo, a
actuar de la mejor manera. Es un horror que el cobarde sea culpable de ser cobarde. La
gente quiere que se nazca cobarde o héroe, así ya están determinados, no hay responsabilidad ni culpabilidad, y lo que hay es victimización: “Si se nace cobarde, se está perfectamente tranquilo, no hay nada que hacer, se será cobarde toda la vida hágase lo que se haga, si se hace héroe, también se estará perfectamente tranquilo, se será héroe toda la vida, se beberá como héroe, se comerá como
héroe. Lo que dice el existencialista es que el cobarde se hace cobarde, el héroe se hace héroe; hay siempre para el cobarde una posibilidad de no ser más cobarde y para el héroe de dejar de ser héroe. Lo que tiene importancia es el compromiso total, la decisión de ser lo que quiero ser”.


LEGISLADOR DE LA HUMANIDAD


El hombre a su vez, es legislador de la humanidad, porque lo que elige para sí, también
deberían querer que tuviera validez para el resto de la humanidad.
el hombre se elige, cada uno de nosotros se elige, y al elegirse, elige a todos los hombres.
Al crear al hombre que queremos ser, al mismo tiempo creamos al que debemos ser, lo que
elegimos es siempre el bien, y nada puede ser bueno para nosotros sin serlo para todos.

Si la existencia precede a la esencia, y nosotros quisiéramos existir al mismo tiempo que
modelamos nuestra imagen, esta imagen es valedera para todos y nuestra época entera. Así
la responsabilidad es mucho mayor, y compromete a la humanidad entera.
Lo que elijo ser, lo seré para todos, y así, con nuestras elecciones, comprometemos a la
humanidad entera, lo que soy, lo soy para todos. Así soy responsable para mí mismo y para
todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre.



Desde esta responsabilidad, por mí y por la humanidad, el hombre que se compromete y se
da cuenta de que no solo es el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo
que a sí mismo, a la humanidad entera.



Hay que preguntarse: ¿Qué sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo? Al obrar no nos
comprometemos solo a nosotros mismos, sino a toda la humanidad. Por ejemplo, el que
miente le atribuye un valor universal a la mentira, y así con todo, así con el egoísmo.
Y así, estoy obligado a cada instante a hacer actos ejemplares. Todo ocurre como si para
todo hombre, toda la humanidad tuviera los ojos fijos en lo que hace, y esta se ajustara a lo
que hace.



El hombre no tiene ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al
hombre. El hombre es el porvenir del hombre.
El hombre se hace, no está todo hecho desde el principio, se hace al elegir su moral, y la
presión de las circunstancias es tal, que no puede dejar de elegir una. No definimos al
hombre sino en relación con un compromiso.

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